- El Oráculo como refugio y patria común:
Señala Reverte en este texto que Delfos era "la casa común" de los griegos, fuese cual fuese el lugar donde habían nacido. Y continúa:
...el dios profeta que fue Apolo era al fin el dios que unificaba a los griegos, la divinidad que lograba en su santuario algo que en la historia de esta civilización consiguió muy pocas veces, por no decir que casi ninguna. Sus sacerdotes exigían normas severas a quienes acudían en busca de presagios: entre otras, la prohibición de consultar al oráculo con intenciones hostiles. Afirmaban, también, que un griego no podía ser en ningún caso esclavo de otro griego. Y en ocasiones daban cobijo a los exiliados y perseguidos.
- Como guía de conducta, definiéndose esta como la búsqueda de la paz interior a través del autoconocimiento y la moderación:
Los peregrinos llegaban al santuario y tomaban un baño en la fuente Castalia, de la que se decía que, en ocasiones, podía regalar la eterna juventud a quien bebía sus aguas. Luego, leían en el frontispicio del templo las máximas grabadas con letras de oro, algunas de las cuales nos han llegado: “Conócete a ti mismo”, la mas famosa; o “Guarda en todo la mesura”, o “Líbrate de la exageración”. Delfos, no obstante, fue algo más que un centro religioso. Allí se predicaba la virtud del equilibrio, la sophrosyne, que dictaba al hombre normas de conducta y una forma de ser de raíz casi filosófica: la observancia de la mesura patra todas las cosas, la armonía, el rechazo de toda presunción. “La medida” escribe Curtius, “he aquí la virtud helénica por excelencia. En Delfos imperaba como soberana esa doctrina moral, y la prueba es que, al lado de la sentencia “conócete a ti mismo”, se leía como máxima complementaria esta otra expresión: “guarda en todo la mesura”.
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